Arquitecto: Doctor o Asesor

Aprovechando lo reciente de las tesis, las críticas al plagio y de los ghostwriters (escritores contratados encubiertamente), haré una analogía al oficio de la arquitectura. No deja de ser solo una metáfora pero creo que aplica también, aunque de forma distinta que como suele hacerse con el arquitecto como doctor.
Sucede que en el contexto de los profesionales -de a pie-, por decirle así al arquitecto común que no ha alcanzado el rango de semidiós cuyos remedios sean perseguidos por la cumbre de la sociedad, son requeridos no como artífices de un diseño sino como instrumentos mediadores para realizar sus propias pretensiones arquitectónicas. Estas pretensiones suelen estar supeditadas a su experiencia en las arquitecturas por lo que es frecuente que refieran a los estilos de las celebridades contemporáneas, de moda, o de algunos otros extintos en la historia.

 Sin menospreciar el derecho de las personas a hacerse su hábitat como gusten, estos gustos suelen ser más un compendio de recortes de revistas y fotografías, que un ilustrado conocimiento de arquitectura. Pocas veces es un conocimiento exacto de lo que realmente quieren, por lo que resulta necesaria la ayuda de un arquitecto como intérprete.
En este ámbito donde el profesional es mucho más un prestador de servicios a las órdenes del cliente, que un artista de firma, es que me parece que el arquitecto puede parecer más un asesor de tesis que a un doctor. Un asesor limitado a dar recomendaciones que un doctor impartiendo curas.
En la medicina las soluciones tienden a reducirse en cantidad al descartarse las que no son funcionales, y se intenta remedar los casos exitosos hasta perfeccionarse, concluyéndose que puede haber varias soluciones pero no tantas, y habilidad de perfeccionarse. En cambio, en la arquitectura se diserta entre muchas soluciones posibles por criterios estéticos sin que esto signifique el único camino a la solución funcional, por lo que se sabe que muchas otras opciones serán igualmente válidas. Además de que cada solución funcional tiene infinitas formas de expresión plástica. La arquitectura es más como un remedio eficaz entre muchos, pero nunca la cura única, mesiánica y redentora.
La Analogía: El estudiante hará su tesis. Esta tesis lo representará en la comunidad (académica). Será de alguna forma su identidad. Para realizar su tesis tiene a un asesor.

¿Es correcto que el estudiante tome fragmentos de otras tesis para utilizarlos como propios? 

¿Qué debe el asesor decirle? ¿Debe incentivar o disuadirlo de hacerlo?

Sustitúyanse: el estudiante como el cliente, la tesis por su casa, el asesor por el arquitecto, y los fragmentos de otras tesis por las soluciones arquitectónicas de otros autores.
De llevar a cabo el estudiante su tesis utilizando los fragmentos de otros, apoyado por su asesor,

¿Cómo se les verá a ambos por la comunidad?

Tan solo como faltos de originalidad y creatividad, ¿o de ética también? Tal vez esto sea exagerar. En arquitectura existen derechos de autor, pero no tal cosa como los derechos de autor para fragmentos de sistemas constructivos, estilos, ni gestos estéticos. De hecho en México deberán cumplir la exigencia lógica de originalidad, pero la verdad es que con el tiempo, la comunidad juzga y sentencia irremediablemente. Digamos que en arquitectura, muchos inventos particulares pasan a ser propiedad del bien común. Quizás hasta sea ejemplar del conocimiento colaborativo y la sociedad capitalista pueda aprender algo de esto. Finalmente, quedan configuradas las ciudades por sus habitantes como lugares de plagiarios de tesis, o auténticos creativos. La trascendencia de estos artífices queda fusionada con la de los usuarios en el anonimato en masa, y no hay más gloria que ser parte del todo. Aunque sus talentos sean reales y tan sobresalientes como los del Star System.

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