Dignos indignados

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Todos estamos muy dignos, manifestando indignación -por demás justificada- pero la verdad es que solo uno lo ha dicho con precisión en La Culpa que no se sabe Culpa, donde sin elevarse para señalar a los culpables, reconoce la parte de culpa correspondiente que tenemos todos y cada uno para que el estado de nuestra sociedad esté como está. Hubo quien en cambio, lo puso en términos –maniqueos y simplistas- de los buenos vs los malos, de lo que resultaría consecuente entonces, simplemente saber la proporción de unos y otros para ver qué tan desaventajados están ‘los buenos’. Así, la percepción generalizada de nuestra estancia en este país va a pique en una decadencia marcada y contundente en todo sentido, especialmente moral. De aquí lo especial de la postura en la culpa generalizada, que pudiera ser más fatalista pues los malos somos todos, pero también los buenos. Esta perspectiva responde a una visión que se amplía por ser transversal en el tiempo. En realidad solo está recuperando un sentir del pasado que había expresado Octavio Paz, en un poema. Es decir que entonces son dos cosas: Ni es la primera vez que sucede algo así de terrible, ni el problema es de unos contra otros, sino endémico en la sociedad entera. A diferencia de esto, la percepción que se lee en muchos es que: nuestro país está infectado por malos que crecen en cantidad, provocando cosas cada vez más graves y siniestras a costa de los buenos.

Y bueno, no quiero entrar en los detalles más terribles de quienes entonces, explican todo esto con teorías como la perdida de la fe en dios, o de la liberación hedonista de los sexos que degradan la familia, el libertinaje de la juventud y otras cosas menos quiméricas pero no menos terribles como la revancha social y el llamado a la violencia revolucionaria.

ADVERTENCIA: Advierto que no tengo intenciones: ni de recurrir a un consuelo de tontos por saber que el mal es de muchos, ni de entrar en un conformismo actual por saber que antes era peor, y mucho menos de desmotivar el activismo actual en pro de corregir a nuestro sistema y gobernantes, pero podría ser interesante notar lo siguiente:

Steven Pinker, científico cognitivo y participante activo de la llamada the third culture y the reality club en EDGE, publicó el libro The Better Angels of our Nature en donde demuestra que tendemos a tener una percepción fatalista de nuestra realidad. Esto se parece al argumento que seguramente subyace en la política de nuestro gobierno actual que optó por no hacer énfasis en los problemas de seguridad, para mantener una mejor percepción a que si se pone al centro como primer encomienda. Por la gravedad de lo sucedido, esto no pudo seguir igual, y produjo que entonces se culpe al gobierno de estar subestimando un problema, que incluso ahora se le ha trepado hasta el cuello, o más. Y sin embargo, después de todo, la tesis de Pinker podría ser cierta, y aplicable en nuestro país. Parafraseando la sinopsis del libro: se suele expresar -¿En qué se está convirtiendo este Mundo? y rara vez se pregunte -¿Qué tanto es peor que antes? En su libro muestra que el presente siempre ha sido mejor que el pasado en términos de civilidad. Con la ayuda de más de un centenar de gráficos y mapas, Pinker presenta asombrosamente cómo, en estricto apego a los números y proporciones, el mundo es cada vez un mejor lugar.

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No nos vendría nada mal tener claras nuestras estadísticas propias, y repito, sin el afán de frenar, ni siquiera disminuir, el activismo que se ha desencadenado a raíz de los hechos. Incluso estoy convencido que es este tipo de hacer-conciencia de los acontecimientos que, efectivamente, cada día puede avanzarse hacia un mejor mañana. Lo que no comprendo es que no puedan percibirse las cosas buenas que se han alcanzado, y que se reflejan en la realidad cotidiana. Por ejemplo, que tengamos una república y un federalismo en buen funcionamiento, podría marcar la diferencia entre un crimen de estado y otro, (crímenes al fin). Los hay otros ejemplos muy obvios como la libertad de manifestación, la libertad de expresión, y otros que nos parecen muy poco consoladores pero no menos importantes. Antes sería impensable pensar en una fiscalía especial para investigar a un primer mandatario.

Podría apostar a que algunas gráficas mostrarían que los delitos graves son cometidos por un porcentaje muy menor en la población, y creciente según fueran siendo menos graves. Sería relevante ver como el comportamiento de grupos relativamente pequeños, pueden afectar a todos los demás de una manera tan importante, porque aunque viéramos la proporción pequeña, el grado de daño que infligen puede ser enorme, y aquí pudiera ser más importante quizás, el daño causado por un delito menor, como algunos derivados de la corrupción en los gobiernos o en grandes instituciones privadas, dícese de cuello blanco. Algo como el robo hormiga en los supermercados que puede resultar mucho más letal que los grandes asaltos.

Pero nada de esto lo veremos hasta que tuviéramos esas gráficas, números y proporciones contrastadas entre sí, y especialmente proyectadas transversalmente en el tiempo, en un tipo de investigación como la de Pinker. De hecho, en su estudio puede verse que nuestro país y nuestra zona, se encuentra en un lugar donde el desarrollo civilizatorio es menor que en otros sitios, y por ende más violento. Tal vez en estos momentos, efectivamente se registre un retroceso, como muchos fatalistas anuncian, pero no estaría de más tener estas referencias mas claras.

Admito que no podría aceptar que todo este camino fantástico de luchas revolucionarias, liberaciones, ilustraciones, convenciones, triunfos de la razón y el pensamiento, acaben siendo inculpadas de ser las responsables de la decadencia y no como el sustrato de un mundo cada vez mejor.

Insisto en lo bueno de lo terrible. No estamos en una lucha de los buenos contra los malos.

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